miércoles, 5 de mayo de 2010

EL DEDO EN EL MAPA


Hay libros que lees sin inmutarte y otros con los que te identificas tanto que te pones a subrayar párrafos y no paras. Para mí, uno de estos últimos fue El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad.

Entre otros muchos, tengo subrayado un párrafo que, por lo visto, subraya todo el mundo. Es el que sigue: “Cuando era pequeño tenía pasión por los mapas. Me pasaba horas y horas mirando Sudamérica, o África, o Australia, y me perdía en todo el esplendor de la exploración. En aquellos tiempos había muchos espacios en blanco en la tierra, y cuando veía uno que parecía particularmente tentador (y cuál no lo parece) ponía mi dedo sobre él y decía: 'Cuando sea mayor iré allí'” (Alianza Editorial, traducción de Araceli García Ríos e Isabel Sánchez Araujo).

Cuando lo leí me sentí plenamente identificado porque yo he pasado horas y horas mirando mapas, soñando con destinos lejanos, imaginando viajes. Y recuerdo perfectamente el momento -hace muchos años- en que, cuando creía que ya me sabía el atlas de memoria, descubrí una isla en el océano Índico en la que nunca había reparado. El Cuerno de África parecía la punta de una flecha que señalaba claramente hacia ella. ¿Qué isla sería ésa que me había pasado desapercibida después de horas y días y años de estudio y sueños? Vi que se llamaba Socotra, y que pertenecía a Yemen del Sur (eran realmente otros tiempos). Me pareció lo más exótico y desconocido -y por tanto atractivo- del mundo. No lo dudé. Puse el dedo sobre el mapa en el lugar exacto de la isla y dije: 'Cuando sea mayor iré allí'.

Creo que ya me he hecho mayor. Si no hay impedimentos de última hora, dentro de pocos días embarco hacia Socotra.


1 comentario:

  1. Yo, como mucha gente, hacía girar la bola del mundo y la paraba con el dedo. Cuando sea mayor iré allí.
    Cuando tocaba algún océano, tenía derecho a tirar de nuevo, que para algo la bola era mía.

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