El avión aterriza en Nairobi. Salimos por el pasillo y al pasar por una librería del aeropuerto me asomo desde la puerta. Hay una estantería con libros de “New fiction”. Miro a ver qué tiene: todo son diferentes ejemplares de la Biblia. ¿Fiction? ¿¿¿New???
Cuando llego a un país me gusta estar pendiente de la primera impresión que recibo, de la primera imagen que me llama la atención. Y ésta, la del estante de las biblias catalogadas como “ficción reciente” me encanta.
También ha llegado, como siempre, ese chute de aire tropical al salir del avión. Es de noche. Estoy en otro sitio. En el aeropuerto nos espera el equipo de Ratpanat. El grupo está montado: somos 14 pasajeros para recorrer los parques de Kenia y Tanzania en camión.
Dejamos el equipaje en el hotel (es la única noche que dormiremos en hotel en todo el viaje) y salimos a cenar a un local abierto en la misma calle. Hay música, barbacoas, decenas de chicas que parecen dispuestas a hacer compañía intensa tanto a chicos como a chicas, olores diferentes, cerveza fría, carne dura como piedra dura en forma de brocheta (¿estaba blanda cuando la atravesaron con el palito?).
La música es irresistible. Los músicos y el cantante van a tope. Acabamos bailando. Hace unas horas estábamos en el aeropuerto de Bruselas, hacía frío, el cielo estaba gris y llovía de vez en cuando. Ahora estamos en Kenia y nos vamos de safari.
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