lunes, 8 de noviembre de 2010

KENIA: MAASAI MARA, LA GRAN MIGRACIÓN, I


Estábamos paseando por la orilla del Mara cuando David, nuestro guía, recibe un soplo de uno de los rangers de la reserva: los ñúes se están concentrando cerca de un paso y pueden que empiecen a cruzar el río en cualquier momento. Es el momento más espectacular de la gran migración. Nos llama y salimos pitando. Empieza a crecer la emoción entre los miembros del grupo.

Recorremos a toda mecha unos pocos kilómetros y llegamos a un buen punto de observación. Y vemos el gran espectáculo: una inmensa cantidad de ñúes concentrados en una especie de pradera cerca del río, en la orilla opuesta a la nuestra. Centenares, miles de ñúes: es difícil calcular el número. Unos pocos (supongo que los más audaces) están más cerca del río, llegan casi al borde del agua pero no se atreven a cruzar. Se alejan. Llegan otros y se acercan más, pero ninguno se decide.

La emoción entre nosotros aumenta al mismo tiempo que crece la tensión entre los animales. Ya he dicho en otra ocasión que cruzar el río Mara supone para los ñúes un momento de gran peligro. Los ñúes lo saben, pero también saben que deben cruzar. Dos fuerzas contrarias se enfrentan en su interior. Y esa tensión, ese estrés, se multiplica por decenas de miles de individuos que se han concentrado para pasar juntos. Hace falta un líder que se lance, que muestre el camino, que se arriesgue. Entonces todos lo seguirán.

El conductor y el guía de Ratpanat cumplen con el protocolo impuesto para la observación responsable de este espectáculo de la vida salvaje: tenemos que estar quietos y a una distancia adecuada. A pocos metros de nosotros se encuentra un equipo que está rodando una película documental en el parque y que se comportan de la misma forma que nosotros: nos mantenemos alejados para no interferir en el proceso.

Esperamos muy emocionados. Sabemos que, una vez que se inicie el cruce del río, podremos acercarnos mucho más porque entonces los ñúes ni siquiera nos verán. Tendrán todos sus sentidos concentrados en cruzar el río, en evitar los peligros de muerte que les acechan en ese lugar tan peligroso pero que, al mismo tiempo, es la puerta a la vida, a las praderas de rica hierba verde. Tienen que enfrentar el peligro en el camino al reino en el que brota la leche y la miel. Es una cuestión de instinto, pero coincide con una de las historias fundamentales de la literatura, es decir, de la forma que tenemos de expresar los conflictos de la naturaleza -de la condición- humana. Y ahora lo tenemos delante de nosotros en su versión salvaje.

Y entonces ocurrió lo que puede pasar y también lo que nunca debe pasar. Lo cuento otro día.

1 comentario:

  1. Que imprecionante este phenomena
    pasa cada ano dos veces /

    no sabia que has pasiando por la africa tambien .

    bien imprecisnante .

    naty

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