La vida va a lo suyo, pero genera efectos y consecuencias inimaginables. También asociaciones de ideas y de imágenes.
Creo que cualquiera da por buena la idea de que uno de los empujones que echó a los egipcios a la calle para expulsar a Hosni Mubarak del palacio presidencial se dio en Túnez, donde las revueltas populares derrocaron al presidente Zine El Abidine Ben Ali. También, que la cerilla que prendió la mecha de estas revueltas tunecinas fue la misma que prendió el cuerpo rociado en gasolina de Mohamed Bouazizi.
Si hay un hilo que une ambas revueltas, surge entonces la metáfora.
Para ello hay que tener presente una de las fotos más desoladoras de las últimas semanas: aquélla en la que se ve al presidente tunecino visitando en el hospital al joven que se había quemado como única vía para escapar de la desesperación creada por el mal hacer del presidente. Juan José Millás ya comentó la foto en El País Semanal del 13 de febrero. En ella, el herido está completamente vendado y tiene la imagen de una momia.
Semanas después, el espíritu de la momia derrocó al faraón.
Pienso que esa imagen nos ha quedado en la retina para siempre. ¿Derrocar al faraón? Te copio la frase que Rafael de Rojas colgó en su FB hace unos días. La transcribo íntegra: <"Yo no me fiaría. Parece ser que se ha acercado una cámara a pedirle a Mubarak un saludo de despedida al pueblo de Egipto y ha contestado "ah, ¿que se van?">
ResponderEliminarQue sí, Ramon, que sí se va, no fotem. Si ya no es un Faraón, ¡es una momía!
ResponderEliminarBonitas las imágenes de los egipcios bailando en Tahrir, eh?
Marc Ripol
Muy buena la asociación. ¡qué lección de valor la del pueblo egipcio! Emociona saber que a veces las cosas funcionan
ResponderEliminarQue sabia esta ancestral civilización y que buen premio al valor de la sociedad egipcia actual. abrazos
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