martes, 28 de junio de 2011

¿Dónde está Auvernia?

Auvernia. Foto: Ángel M. Bermejo (c)

Según la Organización Mundial del Turismo, Francia es, desde hace muchos años, el país que recibe más turistas extranjeros del mundo. Y con bastante diferencia sobre los siguientes destinos internacionales (Estados Unidos, España y China). Nadie duda de que Francia tiene uno de los patrimonios históricos y culturales más ricos del planeta.
Pero tengo la impresión (personal) de que, aparte de París y de algunas regiones muy famosas (Bretaña, Córcega, la Costa Azul, etc.), gran parte de Francia se pierde en el mapa. Me gustaría saber cuánta gente podría señalar, en un mapa en blanco, lugares tan conocidos (aunque sólo sea por motivos gastronómicos) como Cognac, Borgoña, Champaña (Champagne), Roquefort, Foix (bip, bip; me informan por el pinganillo de que Foix, aunque se pronuncie igual que foie, no tiene nada que ver con el foie gras), Dijon, etc.
Todo ello me lleva a pensar que, si lugares con nombres tan famosos son poco conocidos, nos queda una gran parte de Francia por descubrir.

Auvernia. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
Por ejemplo ¿alguien sabe dónde está Auvernia?
Pues está justo en el centro de Francia. Sin embargo, a pesar de una situación tan privilegiada, tal vez sea una de las regiones francesas menos conocidas. Estos dos detalles unidos suponen para mí un motivo de curiosidad. Hace muy poco, después de innumerables viajes a Francia, he tenido ocasión de conocer esta región de la que sabemos muy poco.
P.D. Puedo decir que la primera vez que oí algo relacionado con este nombre fue en una canción de Georges Brassens, Chanson pour l'auvergnat. Paco Ibañez hizo una versión en castellano, y la llamó Canción para un maño.

lunes, 27 de junio de 2011

El castillo que Hitler nunca habitó, en Gea Photowords

Castillo de Poznan. Foto: Ángel M. Bermejo (c)

En estos tiempos de confusión general y de mucho mucho barullo en la profesión periodística, surgen propuestas diferentes por parte de fotógrafos y periodistas, a las que se suman cineastas y escritores para poder ofrecer una voz diferente. Una de las más interesantes que conozco es Gea Photowords: un grupo de once profesionales que muestran al mundo eso mismo, su visión del mundo. Se fijan sobre todo en historias de medio ambiente, derechos humanos y la diversidad que existe en este planeta en el que vivimos. Evidentemente, recomiendo seguir su página web con frecuencia (se actualiza a diario).
Hace pocas semanas coincidí en Poznan con Ángel López Soto, uno de los fundadores de Gea Photowords. Juntos visitamos el castillo imperial. Creo que, junto a la sinagoga-piscina, el castillo ofrece una visión más profunda de la historia de lo que puede parecer a primera vista. Así que, cuando me pidió que colaborara con Gea Photowords escribiendo un texto sobre el castillo no lo dudé.
En este enlace, El castillo que Hitler nunca habitó, se puede encontrar el texto que acompaña a las fotos de Ángel López Soto.   

viernes, 24 de junio de 2011

La aventura del Muni, IV Premio de Literatura de Viajes Camino del Cid


Libros finalistas del premio. Foto: Ángel M.Bermejo (c)

Ayer jueves día 23 de junio se reunió el jurado del IV Premio de Literatura de Viajes Camino del Cid, que otorgó al premio a La aventura del Muni, de Miguel Gutiérrez Garitano y publicado por Ikusager Ediciones. El jurado estuvo compuesto por Rosa María Calaf (que actuó de presidenta), Lorenzo Silva, Óscar Esquivias y un servidor. En la deliberación también estuvo presente Alberto Luque, gerente del Consorcio Camino del Cid, que actuó como secretario.
Se supone que las deliberaciones de los jurados son secretas, así que no puedo contar mucho de los argumentos en pro y en contra de cada uno de los ocho libros finalistas. Sólo puedo decir que al final de la conversación el ganador salió de un consenso entre todos.
En La aventura del Muni, Miguel Gutiérrez Garitano relata sus viajes por Guinea Ecuatorial siguiendo, en buena medida, los pasos de Manuel Iradier, el que probablemente sea el explorador español más importante de África. Con sus experiencias personales más los datos obtenidos de las obras de Iradier y de otros exploradores y viajeros más un cúmulo de informaciones etnográficas, sociales, políticas y culturales sobre la actualidad el autor elabora un texto que (hasta donde conozco) es la mejor información de que disponemos sobre Guinea Ecuatorial.
A mí me gusta observar cómo el autor se sumerge en el país a base de contacto con las gentes. Hace sus viajes por ríos, selvas y montañas, pero lo que más me atrae es sus relaciones con los guineanos.
Estas relaciones no son siempre fáciles, y le afectan en todos los sentidos. Ver cómo cambia el autor desde el principio de la narración hasta el final, aunque sea en detalles mínimos, es lo que (para mí), convierte su libro en literatura de viajes. Esto se podría decir igualmente de otros libros que optaban al premio, pero no de todos.   

miércoles, 22 de junio de 2011

Avilés, en la portada de deViajes



Estoy pensando que el viaje a Asturias me ha traído suerte. Por un lado pude participar en un encuentro entre blogueros y empresarios turísticos asturianos en el Centro Niemeyer y además compartir tres días de viaje por el Principado en compañía de algunos compañeros cuyo trabajo admiro.
Además, la entrada Todos quieren ir a Avilés se ha convertido en la más leída de la pequeña historia de este blog.
Luego me quedé unos días para realizar un reportaje sobre las tres ciudades asturianas: Avilés, Gijón y Oviedo. El reportaje ha salido en el número 147 de julio (que ha llegado al kiosko a mediados de junio) de la revista deViajes, y una fotografía mía del Centro Niemeyer aparece en la portada.
Está claro que el Niemeyer es un lugar extremadamente fotogénico (en el kiosko hay otra revista de viajes que lo trae a portada este mes) que me ha permitido tomar una ingente cantidad de fotos. Fui tres días en distintos momentos del día, para tener diferentes luces. Incluso estando a la misma hora, las condiciones de luz pueden ser muy diferentes de un día a otro.
La foto de la portada está tomada colocando la cámara en el suelo para buscar un encuadre diferente, uno que hasta ese momento no había visto nunca en las fotos del Centro. Lo hago de vez en cuando, y para ello uso un nivel que pongo en la zapata del flash para poder nivelar el encuadre. 

domingo, 19 de junio de 2011

Querétaro, el nombre más hermoso

Querétaro, México. Foto: Ángel M. Bermejo

No sé si Jorge Luis Borges habría estado de acuerdo, si se le hubiera preguntado alguna vez, con que Querétaro sea la palabra más hermosa del español. En realidad es un nombre derivado de la palabra otomí que significa “Isla de las salamandras azules”, lo que no está nada mal.
De lo que sí estoy seguro es de que Borges pensaba que era un nombre evocador, de esos que despiertan la imaginación, de los que hacen un clic en la mente. Cuatro sílabas con una arquitectura sólida que echan la imaginación a volar. Cuando el personaje llamado Borges del cuento El Aleph tiene la suerte de enfrentarse de golpe al infinito, describe lo que ve: “... vi la noche y el día contemporáneo, vi un poniente en Querétaro que parecía reflejar el color de una rosa en Bengala...”.
Recuerdo que, cuando leí por primera vez esta frase, tuve que mirar urgentemente su ubicación en un atlas. Ajá, Querétaro estaba en México, pero se añadía a ese listado sin fronteras de ciudades de nombre largo y sugerente, como Samarcanda, Tombuctú, Alejandría y Valparaíso. Pernambuco es otro nombre mítico, pero no de una ciudad, sino de un estado brasileño, el lugar lejano adonde iban los personajes de los tebeos cuando huían de los acreedores.
Recuerdo que, cuando llegué por primera vez a Querétaro, iba por las calles recitando esa frase borgiana, como un mantra: “vi un poniente en Querétaro que parecía reflejar el color de una rosa en Bengala, vi un poniente...”.
Cuando el Sol se puso, el cielo azul empezó a oscurecerse. No parecía reflejar el color de una rosa...
Pero, de repente, sí apareció la rosa. No era lo que yo me imaginaba, pero algo es algo. Me queda la duda de si, además de tigre de Bengala, hay también pantera de Bengala.  

Querétaro, México. Foto: Ángel M. Bermejo

viernes, 17 de junio de 2011

Una piscina en la sinagoga de Poznan

Piscina en la sinagoga de Poznan, Polonia. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
Como es bien sabido, durante la Segunda Guerra Mundial, los alemanes invadieron Polonia, y Poznan quedó bajo control de los nazis.
Como era de esperar, los judíos de Poznan se llevaron la peor parte de todo. Cómo cambian los tiempos. Polonia, que se había convertido en el refugio europeo para los judíos desde el siglo XVI, era ahora una trampa sin salida. 
En Poznan, entre otras cosas, les quitaron la sinagoga. Y como les gustó el edificio, los nazis instalaron en 1940 una piscina en su interior.
Muchos años después, le devolvieron la sinagoga a la comunidad judía, pero los tiempos habían cambiado. Quedaban tan pocos judíos que no eran suficientes para llevar a cabo sus ceremonias. 
Además, lo que les devolvieron no era lo que normalmente se entiende por una sinagoga, sino una piscina.
Quitar una piscina de un edificio no es tarea fácil, ni barata, así que los judíos no pudieron acometer la obra. Además, según parece, el propio peso del agua de la piscina sirve ahora para sujetar el edificio. Es probable que, si se quitara, el edificio colapsaría.
Por todo ello ahora la sinagoga no se usa como tal, y sus dueños han alquilado el edificio -me contaron en la taquilla- a una empresa que explota el uso de la piscina.
Esta historia me hace pensar en el imperio de la fuerza de los regímenes totalitarios y en la banalidad destructora de sus acciones caprichosas
También me gustaría saber la importancia que se le da a este hecho en la calle hoy. ¿Se ignora, se valora, se asume? ¿Se tiene conciencia de ello?
Los hechos de unos modifican la realidad, y el paso del tiempo ayuda bastante.





jueves, 16 de junio de 2011

Segundo premio a la mejor fotografía del blog trip Asturias Ayer y Hoy

Centro Niemeyer, Avilés, Asturias. Foto: Ángel M. Bermejo (c)

Ya conté hace poco que viajé a Asturias invitado por la Sociedad Regional de Turismo (SRT) del Principado para participar en el Centro Niemeyer en un encuentro entre blogueros y empresarios del mundo del turismo y periodistas asturianos para tratar el tema de los blogs como medio de comunicación turística.
En la organización participó Nani Arenas, La viajera empedernida, que tuvo la debilidad de añadirme a un grupo formado por Avistu, Jordi Busqué, Paco Elvira, Javier Mazorra, Paco Nadal, Rafa Pérez, José Luis Sarralde y Anabel Vázquez.
Yo estaba un poco cohibido porque las cifras de este pequeño blog no se acercan ni de lejos a la de estos influenciadores, pero me apunté para que nadie dijera de mí que soy un cobarde. Bueno, sobre todo para aprender de colegas que me llevan mucha ventaja en este campo. Y para darme una vuelta por Asturias, que nunca está de más.
Después de la estancia en Avilés, un verdadero descubrimiento, fuimos a explorar el Parque Natural de Redes y el patrimonio minero del Nalón.
Resulta que la SRT tuvo a bien organizar un concurso entre nosotros al mejor post y a la mejor fotografía realizados sobre este viaje.
¡Y he ganado el segundo premio a la mejor fotografía! (con la que encabeza este post)
Ya sé que habrá quien diga que quedar segundo en un concurso en el que hay sólo nueve participantes (los posts y fotos de Nani no entraban en el juego) no es para tirar cohetes. Pero pensar eso es propio de mentes estrechas que no entienden que jugar en fotografía con Paco Elvira, Rafa Pérez o Jordi Busqué -entre otros- es ya un premio en sí.
Paco Elvira ha ganado el premio a la mejor fotografía, Paco Nadal el de mejor post (parece que los que se llaman Paco tienen ventaja genética para ser buenos blogueros), y Avistu el del segundo mejor post.
Creo que es interesante resaltar que la elección de los mejores post y las mejores fotos se realizó en dos fases. Primero hubo una votación abierta a todo el mundo en una página web creada al efecto en la que cualquiera podía votar por las fotos y los posts que más le gustaran. Luego un jurado profesional elegía entre los cinco post y las cinco fotos más votadas previamente.
Detalles técnicos de la fotografía: f/4.0, 2'5 segundos, ISO 200. Como soy un antiguo, la foto está hecha con trípode. Tengo que agradecer a Nani y Anabel la paciencia de posar y la gentileza de situarse donde les dije.
Durante el viaje hubo momentos de trabajo y de solaz, se habló de todo y yo me lo pasé muy bien y creo que aprendí mucho sobre este mundo indómito de los blogs.
También hubo momentos peculiares. No me resisto a mostrar una foto en la que se ve a Paco Nadal estableciendo contacto con una señora en Entrialgo.

Entrialgo, Asturias. Foto: Ángel M. Bermejo (c)

La foto está abierta a diferentes interpretaciones. ¿Qué pensaba la señora en ese momento? ¿Tal vez pensó: "¡El mejor bloguero de España en mi huerto y yo con estos pelos!" o, quizás, "Este *xgrrrrr**ññón!!!! me está pisando las lechugas"? Se admiten apuestas. 

viernes, 10 de junio de 2011

La ciudad misteriosa es Poznan

Poznan. Foto: Ángel M. Bermejo (c)

Pues sí, Poznan, en Polonia, es la ciudad en la que aterricé hace pocos días, disfrutando de la sensación de entregarme a la sorpresa a cada paso que diera. Era la primera vez que iba a Polonia, y eso añadía un punto de emoción (y de ignorancia) a todo lo que fuera a ocurrir y descubrir.

Poznan. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
El que para mí esta región del mapa apareciera en blanco y con el rótulo de “inexplorada” no significa absolutamente nada. Poznan tiene 600.000 habitantes y se encuentra a medio camino entre Berlín y Varsovia (a unos 275 y 320 km. respectivamente), por lo que resulta claro que es una ciudad importante en una región rica en historia. Para muchos fue la capital del primer Estado polaco, hace unos mil años, y aquí se construyó la primera catedral polaca.

Poznan. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
La parte antigua, medieval, de Poznan resulto muy dañada durante la Segunda Guerra Mundial, pero como otras muchas ciudades polacas ha sido restaurado con esmero, y ahora es un conjunto delicioso por el que da gusto pasear. Esta parte (Stare Miasto) está organizada alrededor de la gran plaza del Mercado. Es tan grande que hasta tiene edificios dentro de la plaza, incluido el gran Ayuntamiento (el antiguo Ayuntamiento, ahora convertido en Museo de la Ciudad), y donde todos los días a las 12 del mediodía hay un carrillón con forma de dos machos cabríos que se pelean. También dentro de la superplaza hay un par de horribles edificios comunistas. Y por supuesto, todos los bajos de la plaza están ocupados por bares y restaurantes que ahora tienen terrazas afuera y dan a la zona un ambiente de gran vitalidad. Poznan es ciudad universitaria y está llena de estudiantes, pura vitalidad.

Poznan. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
Más allá de este cogollo de aspecto medieval se extienden barrios más modernos. Hay muchos edificios de aspecto barroco o neobarroco. Poznan ha estado en manos de los prusianos o de los alemanes en diferentes ocasiones, así que los polacos construyen en estilo neobarroco para recordar sus esencias, y los alemanes construyeron en neorománico y neogótico, para recordar los tiempos en que dominaron en la antigüedad. Dicen.

Poznan. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
Hace poco más de un siglo, durante la Tercera Partición, Poznan estaba bajo dominio alemán, y el káiser Guillermo II mandó construir el palacio cuyo trono mostré el otro día. 

martes, 7 de junio de 2011

La ciudad misteriosa

El otro día recibí un encargo: tenía que ir a hacer un reportaje sobre X..., una ciudad europea. Un trabajo es un trabajo, así que dije que sí.
Esta ciudad me sonaba remotísimamente, pero me di cuenta de que no sabía nada de ella. No tenía ninguna referencia (no seguir las ligas de fútbol europeas te hace perder mucho), ni una imagen mental de ella. No sabía nada, ni lo más mínimo de ella.
Así que en lugar de buscar como loco información sobre X... preferí no hacerlo y jugar al descubrimiento. Aterrizar en una ciudad desconocida y explorarla durante cuatro días sin ideas preconcebidas. No es fácil encontrarse en un caso semejante, porque aunque nunca hayas estado en Shangai, Dallas o Iquitos es muy probable que hayas visto fotos o películas de ellas. De X..., en mi caso, nada de nada.
Todo esto me hace pensar que el mundo es, afortunadamente, mucho más grande, rico y variado de lo que podemos pensar. Siempre hay lugares, personas e historias más allá del horizonte.
Al recorrer las calles y monumentos de X... encontré:


Un trono imperial apoyado en elefantes de mármol.


Fachadas de casas con decoración interesante.


Gente vestida de cabra.


Calles adoquinadas con esmero.


Un leopardo en el techo del Ayuntamiento.


Chicas altamente misteriosas.


Bares con terraza donde tomar un cafelito.


Y, en general, un ambiente distendido en donde cada uno hacía lo que quería.
Y muchas más cosas.
No, no me he olvidado de decir cuál es la ciudad. Es para sembrar un poco de intriga. El nombre, y más cosas, otro día.

domingo, 5 de junio de 2011

La vida que muestra el patrimonio industrial asturiano

Castillete del pozo San Luis. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
La llegada de la industrialización, sobre todo de la siderurgia, al valle del Nalón, que es el fondo histórico sobre el que transcurre la acción de La aldea perdida de Armando Palacio Valdés, vino a mediados del siglo XIX de la mano del empresario riojano Pedro Duro, que estableció una gran industria en La Felguera, en el concejo de Langreo.
Después del proceso de reconversión industrial que vivió Asturias en los años de la década de los ochenta del siglo pasado -que supuso el cierre de numerosas empresas-, quedaron muchas estructuras en desuso. Algunas de ellas poco a poco se van utilizando para otros fines.


MUSI. La Felguera, Langreo. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
MUSI. La Felguera, Langreo. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
La Felguera, Langreo. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
Una de las más interesantes es la que ahora ocupa el Museo de la Siderurgia, el MUSI, en La Felguera. El edificio principal está ubicado en una torre de refrigeración de 45 metros de altura. Allí se hace un repaso al proceso industrial de la siderurgia, pero una visita a este museo te pone delante de un proceso también vital, social, que generó un estilo de vida nuevo. Condiciones durísimas de trabajo, sindicalismo, concienciación proletaria, contaminación, cajas de socorro, viviendas baratas, accidentes terribles, asistencia médica a los trabajadores, escueles gratuitas para sus hijos, todo ello creó una sociedad nueva que no existía en estos valles asturianos.


MUSI. La Felguera, Langreo. Foto: Ángel M. Bermejo (c)

MUSI. La Felguera, Langreo. Foto: Ángel M. Bermejo (c)


Para mí, el lugar más emotivo, donde se concentra la vida de estos mineros no es en las salas principales del MUSI, sino en una de las viviendas sociales (de las buenas, para empleados cualificados) que se puede visitar al lado. De repente se abre la puerta y entras en un pisito en el que vivió una familia. Los muebles pueden tener algo de decorado de Amar en tiempos revueltos, pero el espacio es el que es. Aquí hubo vida, la de la familia de un minero de La Felguera.

Pozo San Luis. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
Hay otros lugares para seguir explorando el pasado industrial de esta cuenca minera. Por ejemplo, el Museo de la Minería y la Industria, el MUMI, en El Entrego. O, en el valle de Samuño, el pozo San Luis, con su castillete y su sala de máquinas. Algunas de estas máquinas, paradas desde hace años, tienen una intensa belleza mecánica.
En Ciaño, una parroquia de Langreo, se encuentra el pozo María Luisa, el de la canción Santa Bárbara bendita. No es una visita turística.


Helechos en el valle de Samuño. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
P.D. Felguera es un lugar donde crecen helechos. Así debió de ser el lugar.

viernes, 3 de junio de 2011

En busca de la aldea perdida



El Parque Natural de Redes ocupa la parte alta del valle del Nalón: bosques, prados, picos y pequeñas aldeas definen un paisaje hermoso por el que parece que no ha pasado el tiempo. La Asturias intacta.
Inicias el descenso hacia Langreo y la cuenca minera, y poco a poco vas abandonando la naturaleza y los pueblecitos. Hay una zona, alrededor de Entrialgo, en que todo empieza a cambiar: los pueblos se hacen más grandes, las casa se amontonan... En pocos kilómetros pasamos de la naturaleza pura a una naturaleza domesticada.








Hemos dejado atrás esos pueblos donde aún hay artesanos que tallan abarcas en madera o incluso señoras que todavía acuñan el queso casín, pequeños ejemplos de lo que el visitante puede considerar vida bucólica, allá en el campo. Ahora encontramos chigres en los que se escancia la sidra y se asan corderos y donde los parroquianos disfrutan de la bebida, la comida y la compañía. Empieza a aparecer el mundo moderno.
En Entrialgo la literatura nos muestra el paso de este mundo de apariencia arcaico y natural de arriba al mundo moderno e industrial de más abajo. Allí está la casa natal de Armando Palacio Valdés, el autor de La aldea perdida. Es una novela ya pasada de moda, pero que refleja -en un momento de la historia- el paso del mundo que todavía encontramos en las alturas al que veremos más abajo.
La aldea perdida se ambienta en esta zona, pero en los tiempos en que la industrialización amenaza con modificar el mundo que había existido casi intacto a lo largo de los siglos.









Fotos: Ángel M. Bermejo (c)

Con el libro como guía todavía podemos identificar muchos lugares descritos en sus páginas y que permanecen: la taberna de Martiñán, la iglesia donde ejerce don Prisco, el cementerio junto al tejo sagrado... En la casa natal del escritor hay un centro de interpretación sobre su vida y su obra.
El estilo de la novela no es el más apreciado por los lectores actuales, pero nos muestra un mundo, unos personajes que cambian. En este caso es un relato del fin de la inocencia. Y ésta ha sido siempre la materia de la que está hecha la literatura.