miércoles, 14 de diciembre de 2011

Roald Amundsen, en el Polo Sur, pero también en Tromso

Monumento a Amundsen en Tromso. Foto: Óscar L. Fonseca (c) 

El 14 de diciembre de 1911, hace hoy 100 años, un equipo de cinco personas dirigido por Roald Amundsen alcanzó por primera vez el Polo Sur.
El noruego Amundsen es considerado el explorador polar más importante de la historia ya que a este logro hay que añadir la primera travesía del Paso del Noroeste y numerosas expediciones más por los alrededores del Polo Norte.

Maqueta del Fram en el Polarmuseet en Tromso. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
Más allá de su expedición al Polo Sur (1910-1912, las cosas eran un poco lentas en esos tiempos, y de hecho la noticia de que habían llegado al Polo Sur no se conoció hasta el 7 de marzo de 1912), Amundsen es considerado, como correspondería por lógica a un noruego, un explorador ártico.

Otro monumento a Amundsen en Tromso. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
Por ello, en un día como hoy en que todo el mundo mira hacia el sur, yo quiero mirar hacia el norte. Y el lugar al que hay que mirar es Tromso, la ciudad noruega donde Amundsen estableció su cuartel general desde el que preparó muchas de sus aventuras.
A finales del siglo XVIII Tromso era poco más que una aldea de pescadores situada en un buen puerto más allá del Círculo Polar Ártico. Pero en 1794 obtiene el derecho de comerciar directamente con el mundo sin necesidad de tratar con los intermediarios de Trondheim y Bergen. Tromso se convierte de verdad en la puerta del Ártico, el lugar donde se realizaban los negocios de las pieles de foca, de la carne de ballena. Todavía quedan muchos edificios de madera que hablan de esos tiempos, muchos almacenes junto a la orilla.

La casa donde vía Amundsen en Tromso. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
La búsqueda de la huella de Amundsen me lleva a uno de ellos, ahora convertido en el Polarmuseet, el Museo Polar. Es impresionante enfrentarse a la historia de los exploradores del Ártico, de los navegantes de los mares helados, de los cazadores de focas, a sus inviernos entre los hielos y la noche eterna... Seguir las aventuras de Amundsen, de Nansen y de tantos otros, como Willem Barentsz el navegante y cartógrafo holandés que en el siglo XVI exploró el océano Glaciar Ártico, es un ejercicio de admiración ilimitada.

 El Polarmuseet en Tromso. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
Pero de todos ellos parece que es el espíritu que impera en las calles de Tromso es el de Amundsen. Hay varios monumentos y una placa señala la casa en la que se instalaba cuando estaba en la ciudad.

Placa que señala la casa donde vía Amundsen en Tromso. Foto: Ángel M. Bermejo (c) 
Sólo queda ir al bar de Mack's, la cervecería más septentrional del mundo (que se encuentra en Tromso) y pedir una pinta para brindar por la memoria de Roald Amundsen y sus compañeros Olav Bjaaland, Helmer Hanssen, Sverre Hassel y Oscar Wisting.

Cerveza Mack, de Tromso. Foto: Ángel M. Bermejo (c) 
Como no estoy allí, brindaré en casa. Pongo en el ordenador el dvd con el material gráfico de la expedición al Polo Sur, que está inscrito por la Unesco en la lista de la Memoria del Mundo, y me dispongo a rememorar una de las mayores aventuras de la historia de la exploración. 

1 comentario:

  1. Los viajes a la nieve ofrecen la magia de paisajes blancos, deportes emocionantes y momentos acogedores frente a la chimenea. Una escapada invernal es un regalo para el alma.

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