Izando velas, algún lugar del mundo. Foto: Ángel M. Bermejo (c) |
La vida es un viaje, y cualquier día de nuestra vida es una singladura, ya sea en casa o en mares lejanos. En ocasiones nos parece que navegamos en medio de una tormenta por mares tenebrosos, pero muchas otras veces el Sol brilla sobre nuestro palo mayor y una suave brisa nos empuja hacia nuestro destino.
En este comienzo del año recuerdo lo que a todos nos dijo Constandinos Cavafis: no temamos a Lestrigones, a Cíclopes ni al airado Poseidón, porque no encontraremos tales seres en nuestra ruta si alto es nuestro pensamiento y limpia la emoción de nuestro cuerpo y nuestro espíritu. No los hallaremos si no los llevamos dentro de nuestra alma.
Y seguía: pidamos que nuestro camino sea largo, y que sean muchas las mañanas de verano en que con placer, felizmente, lleguemos a bahías nunca vistas; que gastemos en voluptuosos perfumes y aprendamos de los sabios.
Me queda poco que añadir en este momento. Sólo desear —a los que gustan de tomar de vez en cuando un trago de dryMartínez y a todos los demás— que no se nos acaben los sueños, que sigamos con ganas de alcanzar el horizonte, y que todos tengamos un buen viento en nuestras velas.
P.D. Para recordar a Cavafis he utilizado la versión de José María Álvarez publicada por Hiperión.
Muy estimulante de nuevos viajes, tanto la cita como tu forma de presentarla.
ResponderEliminarBuen año, Ángel!
Jordi, buen año para ti y los tuyos.
ResponderEliminarMe uno a tus deseos, Ángel.
ResponderEliminar¡Buen viento en las velas para todos!
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