Faro en Pointe Vénus, Tahiti. Foto: Ángel M. Bermejo (c) |
Justo en el extremo norte de la isla de Tahiti hay un pequeño saliente, una diminuta península llamada Pointe Vénus, la Punta de Venus. Sería tentador pensar que el nombre hace referencia a la diosa del amor.
No en vano los primeros navegantes europeos que llegaron a esta isla —bajo el mando de Wallis, Bougainville y Cook, siempre después de larguísimas travesías sin tocar tierra y sin tener ningún encuentro con población alguna— gozaron de una cálida acogida por parte de las nativas. Supongo que fue una de las razones para que el imaginario europeo localizara en estas latitudes el Paraíso.
Pero no. La Punta de Venus debe su nombre al planeta y al paso del famoso capitán Cook por esta isla por una razón científica.
James Cook es el gran explorador del Pacífico. Sus tres viajes alrededor del mundo entre 1768 y 1779 le han garantizado un puesto de honor en cualquier historia de los descubrimientos.
Pero James Cook no era un turista ocioso. En todas sus expediciones había una serie de objetivos científicos que cumplir. En su primer viaje tenía al menos dos: uno es de apariencia magnífica y otro que podría parecer ridículo en comparación. El primero era nada más y nada menos que descubrir la legendaria Terra Australis Ignota. El segundo era realizar una observación astronómica, el tránsito de Venus, que muchos otros científicos llevarían a la vez en otros lugares de la Tierra.
Fracasó en ambos proyectos.
Normalmente pensamos que las observaciones astronómicas se realizan de noche, o que tienen que ver con aparatosos fenómenos como eclipses totales de Sol. En este sentido estudiar el tránsito de Venus es aparentemente un detalle menor: consiste en observar el paso del planeta por delante del Sol, algo que sólo ocurre cuando nuestra estrella y su segundo y tercer planeta se alinean, algo que no ocurre muy a menudo.
La primera persona que observó el tránsito de Venus por delante del Sol fue un inglés llamado Jeremiah Horrox en 1639, y lo hizo porque así lo predecían las leyes de Kepler. Muchos años después Edmund Halley se dio cuenta de la importancia de este fenómeno y desarrolló una idea genial: si el tránsito era estudiado desde diferentes latitudes, los observadores obtendrían distintos resultados. Un estudio de estos datos permitiría averiguar, por paralaje y no sé qué cálculos más, las distancias entre el Sol, Venus y la Tierra.
No es ninguna tontería. Para los humanos, la distancia entre la Tierra y el Sol es la unidad astronómica, la que permite calcular las dimensiones del Sistema Solar y del Universo.
Todo ello es posible estudiando un fenómeno astronómico que dura unas pocas horas y que la absoluta inmensa mayoría de la humanidad nunca ha observado. Y ni siquiera ha sabido de su existencia. El capitán Cook y los científicos que le acompañaban —entre los que se encontraba Joseph Banks— participaron en la observación del tránsito de Venus del 3 de junio de 1769. Consiguieron llevarla a cabo pero sus observaciones no fueron todo lo precisas que se deseaba y al final no sirvieron de mucho. Pero hay que celebrar el inquieto espíritu científico que nos hace a los humanos intentar descifrar el mundo. A algunos. Ya sabemos que la mayoría “se contenta con vivir esta gran vida... y deja a los demás el cuidado de buscarle explicación”.
Hace casi dos siglos y medio, el capitán Cook viajó durante meses hasta el otro extremo del mundo para observar durante unas pocas horas un fenómeno tan raro como poco espectacular. Hoy, día 5 de junio y mañana día 6 de junio de 2012 (según el huso horario del observador), y tal como predicen las leyes de Kepler y Newton, este fenómeno se vuelve a producir. No volverá a repetirse hasta el 10 de diciembre de 2117.
James Cook viajó a Tahiti para realizar esa observación porque era un lugar que ofrecía buenas condiciones (el fenómeno no es visible desde todos los lugares de la Tierra), igual que en el día de hoy. Por ello, en la isla, y en recuerdo de la expedición del famoso navegante, se han previsto varias actividades alrededor de este fenómeno.
Más información sobre cómo observar el tránsito de Venus.
Y unas fotos del tránsito de Venus de 2012.
Y unas fotos del tránsito de Venus de 2012.
Muy interesante historia, Ángel. Algo había escuchado, pero no tenía claro el lugar. Por culpa de sus artículos cada vez tengo una lista más larga de lugares a los que ir.
ResponderEliminarJordi, veo que Vd. debería cuidar más sus lecturas, algunas pueden ser nocivas para la salud.
ResponderEliminarHola Ángel! Muy interesante tú nota y sumamente oportuna. Me gusta la cantidad de datos que has recopilado para tú reportaje y los comentarios 'entre líneas' sobre los que pasan su vida sin estar pendientes de éstos fenómenos... me resulta muy curioso, siempre, constatar que situaciones que a veces uno cree 'banales' (como observar simplemente una estrella) en realidad, leyendo más allá, podremos maravillarnos con tantos fenómenos que aún no cesan de sorprendernos... y ojalá que así sea por mucho tiempo más!
ResponderEliminarSaludos y... A trés bientôt!