Morning sun (1952), Edward Hopper |
En el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid se puede ver una de las grandes exposiciones del año: la dedicada a Edward Hopper.
Hopper es uno de esos artistas que atraen. Cada uno tiene sus motivos: muchos hablan de esa forma de tratar a los personajes (se habla mucho de la soledad en la sociedad norteamericana), de los paisajes, de las composiciones.
A mi me gusta por varias razones.
Me gusta que los personajes —gente corriente— no posan sino que están vistos en algún momento de sus vidas, como si el espectador les espiara. El espectador se convierte en una especie de voyeur, y esto siempre tiene su atractivo. También me gustan sus ambientes nocturnos, y ese punto de ambigüedad que traspasa casi toda su obra. A mucha gente a la que le gusta la fotografía le gusta Hopper.
También me gustan los cuadros ambientados en Nueva Inglaterra, me dan ganas de volver a esa esquina de Estados Unidos en busca de esas casas blancas, esos faros, esas playas, esos veleros. Esos árboles de hojas azules de Cape Cod evening (1939).
Cape Cod evening (1939), Edward Hopper |
Pero creo que la razón fundamental por la que me gustan muchos de los cuadros de Hopper es porque me incitan a pensar historias. A imaginar qué se están diciendo los personajes, quiénes son, cuál es su relación, por qué están ahí en ese momento
Y por eso mismo hay veces que me parecen viñetas mudas a las que hay que poner un bocadillo.
Y estaba pensando eso mismo en la exposición cuando caí en la cuenta que todo esto ya está hecho. Si alguien no me cree, que vea algunos ejemplos:
Observando Gas (1940) ¿alguien se ha preguntado alguna vez qué hace ese señor junto a un surtidor de gasolina, sin un coche al lado?
Sólo hay que mirar la escena desde otra perspectiva:
Aquí Office at night (1940), uno de los cuadros más famosos de Hopper:
¿Intrigado por lo que pasa por la imaginación del jefe y la secretaria en la oficina? Aquí hay una respuesta más que probable:
Éste se llama Room in New York (1932):
Pero la habitación podría estar en cualquier otro lugar:
Hopper dice que éste es un Hotel by a railroad (1952):
Pero lo importante es lo que pasa en la habitación:
O, mejor dicho, en las vidas de los que están en la habitación:
De repente me he dado cuenta de algo que estaba delante de mí toda la vida y en lo que no había reparado: Forges es el Hopper actual.
Y sólo me queda reclamar una exposición de Forges en el Thyssen o en el Reina Sofía ¡ya!
P.D. También pido a Forges y a los herederos de Hopper que me disculpen el uso de su excelsa y magnificérrima obra.
A veces se enciende la bombilla casi sin querer y se encuentran paralelismos así de curiosos! Pendientes de ir a ver la exposición de Hopper, leerte ha aumentado las ganas que ya teníamos :-)
ResponderEliminarAngel, sin duda me tenía que haber quedado contigo para ver la exposición. Aún la tengo pendiente...
ResponderEliminarqué ingenioso eres, leñe! divertida entrada.
ResponderEliminarSe acaba la exposición pero nos queda tu estupenda y divertida crónica. Las comparaciones con los chistes de Forges no tienen precio.
ResponderEliminarLa pasión por el arte se manifiesta a través de la admiración en exposiciones y la colección de obras, un viaje emocionante en la apreciación de la creatividad humana.
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